jueves, 14 de abril de 2016

Harta, muy harta

Cuando aun estamos digiriendo el asesinato de una joven, hoy este país tiene que lamenta uno nuevo, otro más. Y, mientras tanto, en las redes hay quien alimenta el micromachismo e incluso hay gente que hasta culpabiliza a las víctimas, como si de ellas fuese la culpa de serlo. 

Otros se suman a los minutos de silencio, mientras callan el resto del tiempo.

Incluso tuve que leer que las críticas a comentarios que se alejan de la equidad eran cargantes. Que hartaban. Esta es parte de mi respuesta a ese hartazgo leído en una red social:
"Harta estoy yo de la violencia de género, harta estoy del desprecio a la mujer, harta estoy de que nos digan que "las mujeres de hoy en día no aguantamos nada" (¿qué más quieren que aguantemos?), harta estoy de leer comentarios misóginos, harta estoy de sentencias que no responden al dolor social, harta estoy del techo de cristal, harta estoy de que una violación confesa se salde con una "pena" ridícula, harta estoy de políticas de desamparo, harta estoy de que sean ellas las que tienen que abandonar su casa y su vida para huir del terror, harta estoy de legislaciones a medias, harta estoy de comentarios que culpabilizan a las víctimas, harta estoy de comentarios que cuestionan a las víctimas, harta estoy de prejuicios previos, harta estoy de leer comentarios que quieren responder a la violencia con más violencia (en una espiral interminable), harta estoy de leer descalificaciones en lugar de argumentos, harta estoy de ver y escuchar aseveraciones xenófobas (los del Ku Kus Klan se tapaban la cara para hacer barbaridades. Ahora hay quienes prefieren mostrar vileza a golpe de teclado usando, eso sí, una foto inocua, que no sirva para identificarles), harta estoy de que se cimente el odio y todo lo que este conlleva como arma de "combate" (arma que no hace más que perpetuar las miserias de una sociedad podrida), harta estoy de que no se persiga esto de oficio, harta estoy de tantas y tantas cosas... 
Pero, desde luego, de lo que no estoy harta es de que las mujeres luchen. 
Lo lamentable es que no luchemos todas. Lo lamentable es que todos vosotros no luchéis a nuestro lado. 
Insistir en la lucha y criticar el micromachismo no es un modo de autobombo: es necesidad. 
Cuando nos están maltratando, cuando nos están matando, tenemos la necesidad de denunciar cada conducta reprobable, porque, lamentablemente, necesitamos estar continuamente en alerta, porque, lamentablemente, de cualquier lado nos puede venir un golpe, sea físico o moral. Un golpe, eso sí, por el hecho de ser mujeres. Ninguna de nosotras, por mucho que algunas se crean a salvo, está libre de llegar a ser víctima de violencia de género (el concepto es muy amplio) y ninguna de nosotras está libre de no ser consciente de que está siendo víctima del sexismo, porque el maltratador teje su madeja antes de descubrirse como tal. Y, por supuesto, despliega tal encanto con los de fuera que sus vecinos, normalmente, constatan que era una persona estupenda. De ahí la importancia de que en medios sí se recoja este particular. Cualquier persona, por maravillosa que parezca, puede ser maltratadora.
2016, lamentablemente, está siendo un año de récord. En tres meses y medio han sido asesinadas 25 mujeres (17 con la de hoy). Si las cifras siguen así, ¿sabéis a cuánto ascendería el cómputo a fin de año? ¿Creéis que resulta cansino que la sociedad busque cualquier medio para mostrar su desaprobación? 
El maltratador necesita saber que está en el punto de mira. La maltratada necesita saber que estará amparada. Pero, a día de hoy, las mujeres siguen pidiendo protección y no siempre la tienen. Otras ya ni siquiera la buscan (tal es su miedo, tal es el terror que viven a diario).  
Muchas acaban incluso por desarrollar enfermedades mentales (cómo no hacerlo bajo una situación de pánico cotidiana) y eso mismo, su dolor, es lo que hace que ni siquiera en su entorno cercano las crean. 
No es autobombo, señores míos, es necesidad. Necesidad de que nos oigan, necesidad de que se nos escuche, necesidad de concienciar. No me quiero poner en la piel del vecino de una mujer asesinada que escuchó cómo se quejaba y no decidió no meterse, no llamar a la policía. ¿Imagináis los remordimientos? 
Cargantes son, por tanto, los comentarios que califican de cansinos aquellos que van encaminados a la lucha por la supervivencia del 50 por ciento de la población mundial".