jueves, 30 de octubre de 2008

Carta

Foto: "Inocencia", por Chousa da Alcandra

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(El siguiente texto, cuyo autor es F. Orden Rueda, obtuvo un premio en el concurso "Carta a un maltratador", organizado por la Asociación AFAMMER. Publicado en eMuller)

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Para ti cabrón (*)

porque la has humillado

porque la has golpeado, abofeteado, escupido, insultado…

porque la has maltratado.

¿Porqué la maltratas?

Dices que es su culpa ¿verdad?

Que es ella la que te saca de tus casillas,

siempre contradiciendo y exigiendo dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, bayetas, verduras…

Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, con tu “método de disciplina” intentas educarla,

para que aprenda.

Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo,

tiene tanta suerte contigo

un hombre de ideas claras, respetable

¿de que se queja?

Te lo diré:

Se queja porque no vive, porque vive, pero muerta.

Haces que se sienta fea, bruta, inferior, torpe…

La acobardas, la empujas, le da patadas.

Patadas que yo también sufría.

Hasta aquel útlimo día.

Eran las once de la mañana y mamá estaba sentada en el sofá,

la mirada dispersa, la cara pálida, con ojeras.

No había dormido en toda la noche,

como otras muchas,

por miedo a que llegaras,

por miedo a que aparecieses,

con ganas de follarla ( hacer el amor dirías),

o darle una paliza para esconder la impotencia de tu borrachera.

Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas dobladas.

Ya había hecho la casa, fregado el suelo y planchado tu ropa.

De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia la puerta y apareces tú:

la camisa por fuera, sin corbata y ebrio.

Como tantas veces,

Mamá temblaba, yo también.

Ocurría casi cada día, pero no nos acostumbrábamos.

En ocasiones ella se había preguntado:

¿Y si hoy se le va la mano y me mata?

La pobre creía que tenía que aguantar,

en el fondo pensaba que en parte era culpa suya,

que tú eras bueno,

le dabas un hogar y una vida

y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tu querías.

Yo intentaba que ella viera cómo eres en realidad.

Se lo explicaba porque quería huir de allí,

irnos los dos.

Mas, desafortuandamente, no conseguí hacerme entender.

Te acercaste y sudabas, todavía tenias ganas de fiesta.

Mamá dijo que no era el momento ni la situación,

suplicó que te acostases, estarías cansado.

Pero tu realidad era otra.

Crees que siermpe puedes hacer lo que quieres.

La forzaste, le agarraste la muñecas, la empujaste y la empotraste contra la pared.

Como siempre al final ella terminaba cediendo.

Yo, a mi manera gritaba, decía: MAMÁ NO LO PERMITAS.

De repente me oyó.

¡Esta vez si que no! dijo para adentro

Sujetó tus manos, te propino un buen codazo y logró escapar.

Recuerdo cómo cambio tu cara en ese momento.

Sorprendido y confuso, ella jamás se había negado a nada.

Me puse contento antes de tiempo,

porque tú no lo ibas a consentir, era necesario el castigo para educarla.

“Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla y lo que funciona mejor es la fuerza: puñetazo por la boca y patada en la barriga una y otra vez”

Y sucedió.

Mamá empezó a sangrar,

con cada golpe yo tropezaba contra sus paredes,

agarraba su útero con mis manitas, tan pequeñas todavía, porque quería vivir.

Salía sangre y yo me debilitaba.

Me dolía todo, hasta el cuerpo de mamá.

Creo que sufrí alguna rotura mientras ella se caía desmayada en un charco de sangre.

Por ti nunca llegúe a nacer.

Nunca pronunciaré la palabra mamá.

Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mí.

Y ahora me dirijo a tí.

Esta carta es para tí, cabrón.

Por ella, por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo.

También por mi que sólo fui un feto a quien negaste el derecho a la vida.

Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra.

Mamá se fue.

Muy triste, pero serenamente, sin violencia te denunció y dejó que la justicia decidiera tu destino.

Y otra cosa: nunca tuve que llevar tu nombre, ni llamarte papá,

ni saber que otros hijos felices de padres humanos señalaban al mío porque en el barrio todos sabían que tú eres un maltratador y como todos ellos, un hombre débil.

Una alimaña

Un cabrón

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martes, 28 de octubre de 2008

No me mires



No hay salida
inundada de oscuridad
de frío aterida
congelado el pensamiento.

Tinieblas frías
Sombras heladas
Sangran los días

Sangran las ganas y sangra la vida.

Miedo...

No me mires
No me toques
No me hables

Me duelen las miradas
Me violan los roces
Me matan las palabras

Poco a poco voy desapareciendo

Dolor...

No quiero hablar
No puedo pensar
No puedo gritar

Es tan leve la vida de una mariposa
sin la luz del sol y con las alas rotas
es tan apremiante encontrar la salida...

Dianna - Paseando Por Terra

sábado, 25 de octubre de 2008

En sus ojos tristes se reflejan:
  • el dolor
  • la rabia
  • la decepción
  • el miedo
  • el abatimiento
  • la desesperanza...
En su rostro se dibujan los ¿por qué?
  • ¿Por qué lo hace?
  • ¿Por qué a mí?
Su sonrisa se borró la primera vez:
  • que él la humilló
  • la primera vez que él la insultó
  • la primera vez que él le pegó

Está a punto de dar el primer el paso:
  • poco a poco en su rostro aparece el desprecio
  • la sonrisa aún tardará un poco antes de dibujarse de nuevo en su cara, pero llegará...

miércoles, 22 de octubre de 2008

Dime...

"Dime qué te hizo mi madre para que siempre le estuvieras pegando. Se desvivía por ti. Pensaba ella que todo iba a cambiar. Que el que yo estuviera en camino te haría cambiar. Volverías a ser el hombre del que ella se enamoró. Dime qué te hizo. Y, papá, dime qué te hice yo. Que no pude conocerte porque en uno de tus arrebatos nos mataste a los dos...Ni siquiera me diste la oportunidad de nacer...y de mirarte a los ojos"
En mi ciudad se ha dado el último caso de violencia doméstica. Una mujer embarazada de seis meses. Poco tengo que decir...no me salen las palabras. Pero en mis pensamientos hay palabras muy fuertes, demasiado fuertes para el maltratador. Por respeto a este blog y a sus normas no las voy a decir. Sólo os dejo la noticia.

martes, 21 de octubre de 2008

Contradicciones

Retomo un post de mi blog (enero, 2008). Es genérico, pero, a fin de cuentas, también viene al caso.

Me cansan los lamentos insustanciales. Me hastía escuchar cómo se eleva a la categoría de sublime un simple inconveniente. Me hiere la incapacidad de empatía. Y me asquea construir falacias alineando píxeles.

Y me apenan quienes justifican la ira como defensa preventiva. Y me embarga la tristeza por aquéllos que no entienden otro lenguaje que el de la violencia. Y me desgarra el pesar por quienes no ven más allá de sus inseguridades, cuando muchas de ellas derivan del fomento de la desigualdad. Una circunstancia propugnada desde esa insensibilidad con la que pretendemos mantenernos infranqueables y que es el detonante de todos los miedos.

Y pese a ello continúo inmóvil, ante mi pantalla, lamentando que, como yo, haya gente incapaz de ver más allá de su ombligo, de levantarse y de exigir amparo, cooperación, acogimiento. Y mi parálisis no hace sino acentuar las desigualdades de las que tanto me quejo. Y es por ello que sigo caminando aferrada a mi bolso cargado de pequeñas miserias.

jueves, 16 de octubre de 2008

Hablando de igualdad y espárragos fritos

Me llamo Elisa. Mi esposo (aunque nunca nos casamos) se llama Francisco. Vivimos en un pueblito que se llama Escobedo, en el valle de San Antonio. Casi en medio de la nada.

Francisco me robó a los 15 años. Al menos así se le ha dicho siempre en mi pueblo cuando una mujer se va con el hombre, y por falta de mejor lugar, se echa detrás de un mezquite o un huisache achaparrado y viendo al cielo se abre de piernas mientras cierra los ojos y reza un Ave María, llenándose la ropa y las nalgas de tierra y piedritas y con el hombre encima con los pantalones echos bola a media pierna.

Y esa es la ceremonia de matrimonio, como música de celebración el aullido de los coyotes, si es que una tiene suerte, porque a veces ni eso se oye. De testigos tenemos a los grillos y al Dios ese del que me platican, porque dicen que todo lo ve. Con eso basta para tener dueño toda la vida.

Francisco tenía dos años más que yo cuando me revolcó por primera vez y me hizo un hijo. Después que parí el segundo, en la clínica me dijeron que había formas de cuidarme para no embarazarme otra vez, porque aquí todos saben cómo se oye el llanto de un niño cuando el hambre le retuerce las tripas.

Hace unos años llegó una empresa y nos dio trabajo a muchos. Son largas horas las que estamos allí metidos, pero no nos falta qué comer ni leña para la estufa cuando llega el invierno, porque ése no perdona. Se te mete en los huesos y te aprieta el pecho sin miramientos ni piedad.

Aquí la gente, cuando hay qué hacer, es muy trabajadora. Antes de que llegara la empresa, yo nada más estaba en la casa, limpiando, lavando ropa, cocinando y cuidando a los niños. Paco trabajaba por temporadas en la pizca de manzana, los cortes de cilantro o la cosecha de papas.

Ahora que trabajamos los dos en la empresa mi mamá cuida a los niños durante el día. Apenas los veo. En la mañana que me levanto para hacer de desayunar es muy temprano para ellos y en la noche que hago la cena para Paco y el almuerzo para el siguiente día, ya están dormidos. Los domingos lavo la ropa de la semana y poco me queda de tiempo y energía para jugar con ellos un rato.

Cuando llegamos del trabajo a la casa, Paco llega al sillón a ver la tele y a repelar de lo cansado que está por las largas jornadas en el trabajo. Le sirvo de cenar y luego se duerme mientras yo sigo ordenando un poco la casa y terminando de preparar la comida para el siguiente día.

A veces quisiera llorar de desesperación cuando oigo a mi marido quejarse de lo cansado que está, siendo que yo he trabajado las mismas horas que él y aparte llego a la casa a seguir trajinando.

En el comedor de la empresa, a la hora del almuerzo, cuando tengo que calentarle y servirle la comida me dan unas ganas casi incontenibles de aventársela en la cabeza. De paso me evito comentarios entre labios de lo fría o desabrida que está.

Los domingos que quiero dormir más o estar con mis hijos pero estoy lavando con mis manos lastimadas del trabajo de la semana, apenas puedo evitar echarle el agua hirviendo con jabón en la cara allí donde él sigue dormido.

Ayer cumplí 23 años. Sin quejarme en voz alta, lo hago. Constantemente, lo hago. Pero en mi cabeza nada más, por que aquí nos enseñan a no quejarnos, menos cuando nos toca un buen marido. Uno trabajador que no golpea ni anda de borracho y mujeriego, aunque de eso nunca he estado muy segura.

Me pregunto si así va a ser el resto de mi vida. Me preguntó cuánto va a durar este resto porque yo ya estoy cansada.

Es culpa de la ingeniera que vino de fuera y me metió ideas en la cabeza. Es que ella no sabe que aquí nadie conoce la palabra igualdad, que eso no existe.

martes, 14 de octubre de 2008

CINCO PASOS A SEGUIR

  1. Porque somos diferentes, debemos ser tratadas como iguales
  2. La violencia nunca es un medio
  3. La violencia nunca es un fin
  4. Dialoga ¡es bueno para la salud!
  5. La empatía es una habilidad que te permite ver con los ojos del otro ¡ejercítala!

jueves, 9 de octubre de 2008

DÉJAME SER PERSONA...

  • Vístete de cordura
    adorna mis carnes con suaves tules
    tus manos la seda que acaricie mi piel
    haz que sienta el orgullo de ser mujer
    desnuda mi alma como desnudas mi cuerpo

    Suelta las cadenas que me atan a ti
    solo en libertad podré amar
    aleja de mi el látigo de tus palabras
    desata los nudos que sujetan mis pies

    Ponme alas y volaré alto
    aparta las barreras que has forjado
    olvida los celos que anidan en tu mente obtusa
    defiende tu postura con palabras

    Seca mis lágrimas con justicia
    acaba con mis dudas con respuestas
    tratame como a un igual
    déjame ser PERSONA...

    Cada gota de sangre derramada, cada lágrima robada, cada hueso roto, cada morado, cada losa puesta en una tumba, cada injusticia, es culpa del maltratad@r, pero también tenemos, los demás, algo de responsabilidad, si no actuamos de alguna manera; denunciando, gritando, ayudando, colaborando...

    MALTRATO, DISCRIMINACIÓN
    Racismo, xenofobia, machismo... tantas y tantas injusticias...

    GRACIAS Y BESOS
    Silvia,"Paseando por Terra"

domingo, 5 de octubre de 2008

La misma historia de siempre

Fuera llovía, por eso retrasaba el momento de salir de la oficina e irse a su casa. Le daba demasiada pereza salir al frío y tenía la mojadura asegurada.

Esta semana había sido realmente dificíl. No dejaba de llamarla, de acosarla, de amenazarla con robarle la vida si no volvía a su lado. La misma historia de siempre. Había caído varias veces en sus trampas, en sus promesas de no volver a hacerla daño. Pero ahora había aprendido la lección, era una mujer fuerte e independiente y no volvería jamás a los brazos de aquella persona que había intentado matarla a golpes en más de una ocasión.

Por fin se decidió a emprender el camino a casa. Cerró el portal de la oficina y se dirigió a la parada del autobús más cercana. Oyó unos pasos e instintivamente aceleró los suyos. Cuando acabaría ese horror? El semáforo estaba en rojo, pero no tenía tiempo para comprobar si venía algún vehículo. Cuando oyó la bocina del camión y el frenazo de sus ruedas, supo que aquello había acabado. Giró su cabeza y vió un gran charco de sangre tiñendo el blanco del paso de cebra.
Podéis ver esta entrada, con sus comentarios, en mi blog.