domingo, 22 de junio de 2008

Decálogo para formar un delincuente

El juez de menores de Granada, Emilio Calatayud, ha publicado un libro: ‘Reflexiones de un juez de menores’ (editorial Dauro), en el que inserta un ‘Decálogo para formar un delincuente’. Es muy interesante, y dice así:
1) Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
2) No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
3) Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.
4) No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.
5) Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
6) Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.
7) Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.
8) Déle todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.
9) Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.
10) Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo.
“Y cuando su hijo sea ya un delincuente, proclamad que nunca pudisteis hacer nada por él”.

jueves, 19 de junio de 2008

Las preocupaciones... según las encuestas

Nunca deja de sorprenderme el hecho de que la violencia de género no sea en cada encuesta una preocupación fundamental para los españolitos de pro. De hecho no entiendo por qué se habla de violencias. Me da igual que la violencia sea verbal o física. Me resulta indiferente que la víctima sea un hombre, una mujer, un niño, un político, un empresario... el problema es que hay violencia.
Si no hubiésemos aprehendido que la violencia es un modo de expresión, ya sea quemando contenedores o maltratando a un animal indefenso (actos que a muchos les podrían parecer nimios o simples chiquilladas) no tendríamos que lidiar día a día con las inseguridades que muchos intentan esconder bajo la vejación de sus semejantes.
Otros hablan de la violencia como último recurso para solventar conflictos. Usamos el conflicto para acabar con él. Cuando menos resulta extraño: aunque, como dicen los bomberos, lo quemado no vuelve a arder y según qué fuegos se apagan con otros fuegos (controlados). Pero yo, como soy desconfiada, no creo en esas soluciones, ya que cualquier descuido puede dar lugar al desastre y la violencia nunca justifica violencia.
(...)
Muchas agresiones a mujeres con resultado de muerte fueron/(lamentablemente)son acometidas en la vía pública y eso me/nos da un dato importante: el asesino se siente seguro, pues sabe que dispondrá de tiempo más que suficiente para cometer su crimen y que su acción será eficaz. Todo ello nos lleva a un sinfín de preguntas, por supuesto, y todo ello nos da un montón de respuestas hacia los porqués que llevan a muchas a elegir un sufrimiento "controlado". Sigo insistiendo en que no hay medios para la protección efectiva de las mujeres. La definitiva, desde luego, exige mucho trabajo, mucha insistencia, mucho tesón y devendrá de la educación en la tolerancia, en la igualdad real, en el respeto y en el diálogo como medio. Y esa educación en la no violencia erradicará todo tipo de violencia, no sólo la de género. Medios, nos hacen falta medios.

El post completo, que surgió a raíz del "récord" (suena hasta positivo, ¿no?) de víctimas mortales de violencia de género en un único día en España, se puede encontrar en el siguiente link.

viernes, 13 de junio de 2008

016

Si la casa no está limpia hoy, no pasa nada.
Si la comida ha salido salada o sosa, no pasa nada.
Si con lo poco que tienes para comprar la comida no puedes hacer mucho, no pasa nada.
Si quieres ver a tus amigas, no pasa nada.
Si tienes que decir tu opinión aunque no guste, no pasa nada.
Si quieres hablar, no pasa nada.
Si quieres ver a tu familia, no pasa nada.
Si te quieres poner falda, esa camiseta que te gusta o tacones, no pasa nada.
Si te quieres maquillar, no pasa nada.
Si no quieres tener sexo, no pasa nada...
Si algo de lo que ves aquí no lo puedes cumplir, si te hacen sufrir por intentarlo incluso, si tienes que tapar tus moratones, si te humillan, si te minusvaloran, si ves que tu vida peligra... O si a tí no te pasa pero sabes quién lo sufre: 016 Teléfono de emergencias contra el maltrato.
Dos canciones de Bebe, una chica de lo más normal que hace un canto contra el maltrato.

martes, 10 de junio de 2008

ESCRITO DE UN ESTUDIANTE

II Premio del II Concurso Nacional 'Carta a un maltratador', convocado por la Asociación 'Juntos contra la violencia doméstica'



Para ti, cabrón: Porque lo eres, porque la has humillado, porque la has menospreciado, porque la has golpeado, abofeteado, escupido, insultado...
¿Porque la has maltratado. ¿Por qué la maltratas? Dices que es su culpa, ¿verdad? Que es ella la que te saca de tus casillas, siempre contradiciendo y exigiendo dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, bayetas, verduras...

Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, con tu 'método de disciplina' intentas educarla, para que aprenda. Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta suerte contigo, un hombre de ideas claras, respetable. ¿De qué se queja?Te lo diré: Se queja porque no vive, porque vive, pero muerta. Haces que se sienta fea, bruta, inferior, torpe... La acobardas, la empujas, le das patadas..., patadas que yo también sufría.Hasta aquel último día. Eran las once de la mañana y mamá estaba sentada en el sofá, la mirada dispersa, la cara pálida, con ojeras. No había dormido en toda la noche, como otras muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que aparecieses y te apeteciera follarla (hacer el amor dirías) o darle una paliza con la que solías esconder la impotencia de tu borrachera.

Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas dobladas.

Ya había hecho la casa, fregado el suelo y planchado tu ropa.

De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia la puerta y apareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio. Como tantas veces.

Mamá temblaba. Yo también. Ocurría casi cada día, pero no nos acostumbrábamos.

En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano y me mata?

La pobre creía que tenía que aguantar, en el fondo pensaba en parte era culpa suya, que tú eras bueno, le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera cómo eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí, irnos los dos...Mas, desafortunadamente, no conseguí hacerme entender.Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostases, estarías cansado.

Pero tu realidad era otra. Crees que siempre puedes hacer lo que quieres. La forzaste, le agarraste las muñecas, la empujaste y la empotraste contra la pared. Como siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi manera gritaba, decía: mamá no, no lo permitas.

De repente me oyó. ¡Esta vez sí que no!-dijo para adentro-, sujetó tus manos, te propinó un buen codazo y logró escapar. Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido, confuso, claro, porque ella jamás se había negado a nada.Me puse contento antes de tiempo.Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo para educarla.Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona mejor es la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una y otra vez..Y sucedió.Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra sus paredes.Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas todavía porque quería vivir.Salía la sangre y yo me debilitaba. Me dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco de sangre.Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la palabra mamá.Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mí.Y ahora me dirijo a ti. Esta carta es para ti, cabrón: por ella, por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo. También por mí que sólo fui un feto a quien negaste el derecho a la vida.Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra. Mamá se fue. Muy triste, pero serenamente, sin violencia, te denunció y dejó que la justicia decidiera tu destino.

Y otra cosa: nunca tuve que llevar tu nombre ni llamarte papá. Ni saber que otros hijos felices de padres humanos señalaban al mío porque en el barrio todos sabían que tú eres un maltratador. Y como todos ellos, un hombre débil. Una alimaña. Un cabrón.

miércoles, 4 de junio de 2008

No quiero ser como tú.


A todas las personas maltratadas por su pareja. En este caso, ficticio, es una mujer. Pero hay muchos hombres...


No, no quiero ser como tú. Alguien que se levanta por la mañana con ganas de fastidiarme la vida. No quiero. Quiero levantarme con ganas de vivir.
No quiero ser como tú, ese que usa sus manos para dejármelas señaladas en zonas de mi cuerpo que nadie ve. Para eso eres muy listo... Yo quiero dejar señalado el cuerpo de besos y abrazos a todo el mundo que me quiera. Que tengo cariño para dar a espuertas.
Tampoco quiero insultar. Quedarme paralizada del horror cuando de tu boca salen sapos y culebras envenenados. Sentirme anulada y que tú te sientas más importante que yo. Ser importante no es decirme que soy una inútil, no es decirme que no valgo para nada, no es decirme que sólo tú ganas el dinero y tienes derecho a decir que aquí se hace lo que tú digas. No es obligarme a mantener relaciones contigo cuando me das asco y miedo. Cuando mi alma sufre los dolores de la tortura. Quiero amar a quien me ama.
No quiero que mis hijos vean lo que me haces, escuchen lo que me dices, crean que esas cosas son normales. No quiero que sean futuros maltratadores o futuros maltratados. Quiero que se parezcan a mí. Quiero que cuando sean mayores sean mejores personas que tú. Que amen, que respeten, que mimen, que escuchen, que sonrían, que sean felices...
Ahí te quedas. Es por ellos y, sobretodo, por mí que te dejo esta carta. Te he denunciado. Basta ya de tanta historia paralela. Una, la que ven los demás. Otra la que sufro yo. Nada ni nadie me garantiza que las palizas que me das no me van a matar. Ni sé si empezarás a golpear a mis hijos. Yo valgo mucho más que tú. Y debo cuidar a mis hijos como tú nunca has hecho. Por ellos voy a salir adelante. Ahora me queda limpiarme las últimas lágrimas que estoy echando mientras escribo esto. Porque yo te amé. Quizás más de lo que debieras y merecieras. Fuera lágrimas. Tengo el coraje suficiente para buscar ayuda, trabajo, estabilidad, un nuevo hogar. Que no todo el mundo está equivocado, como tú me hacías ver. Que la familia y amigos están ahí, para lo bueno y lo malo. Aunque eso es lo mismo que nos dijo el cura. Yo te tuve a ti sólo para lo malo.
LLAMA AL 016. SI TE MALTRATAN O SI SABES DE QUIEN LO HACE O LO SUFRE.
Foto del Flickr. Autor: jungledrumsonline.