No podemos olvidarnos de ellas en esta pequeña cruzada contra la violencia de género. Estoy hablando de esas mujeres, que sin pensar en las nefastas consecuencias que pueden causar a la comunidad, abusan de su estatus femenino para recaudar favores que no hacen más que poner un sexo por encima de otro.
Los caballeros andantes desaparecieron hace mucho, los que hoy regentan nuestras calles son aquellos que te apartan la silla de la mesa, que te sujetan la puerta para que pases, que pagan todos tus gastos, que esperan colas por ti, y un largo etcétera que desemboca en la idea de que después de todos esos favores, una persona te pertenece. La caballerosidad es otra forma de machismo, quizá más dulce, y algo más adornada, pero que puede terminar en imágenes tan duras como las que pueden verse en esta misma página.
5 comentarios:
Difícil dilema. La caballerosidad o la "damarosidad" (de dama educada)debería ser intrínseca en el ser, sin pensar que el que recibe nuestra atenciones es hombre o mujer. Todo sería más fácil, ¿no?
Sé que a vosotros, los hombres, también tenéis un papel didícil: se os enseñó a ser Príncipes que debéis salvar y proteger a las Princesitas.
Pero eso ya se ha acabado.
Debemos, hombres y mujeres, aprender a ser solo personas
La aceptación de fragilidad es una aceptación de desigualdad. El coqueteo "impone" ciertas actitudes, pero no deben pasar de ahí, de simple coqueteo, que no debe hacerse extensible.
o título desta entrada é unha verdade incuestinábel,contraproducentes sí porque fán dano o noso propio xénero adoptando actitudes de sumisión e condescendencia buscando a cambio protección?,devoción?...
Ser cabaleiro ou dama ben sendo sobre todo ser bo/a,nobre,e cortés que como dí o refrán non quita o ser valente.
parabéns polo blog e saúdos.
oooooooh, escribo un testamento y me da un error!!!!!
Paso de escribir otra vez todo, que da para una entrada.........
Está muy bien la amabilidad, pero siempre que sea recíproca, debemos reivindicar la igualdad, para que ellos no crean que son superiores.
Tenemos todavía mucho por qué luchar.
Un abrazo.
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